20 de septiembre de 2009

El mar



El mar no sabe de rutinas, cada día se muestra distinto. Lo veo distinto. Percibo el día a día, sus cambios, su pasividad y su energía... El mismo paisaje, el mismo lugar... Tiene esa cualidad de constante cambio, de regenerarse. Un cambio progresivo, calmo. Serenidad, sabiduría.

No dejo de pensar que es como la vida misma. O como debería tomarse la vida. Fluir, reconocerse parte del cambio. Un día a día que guarda lo de ayer con cariño pero que nos sorprende cada mañana con algo distinto. El latir del mar y de nosotros mismos.

Amanece, el sol se eleva sobre el mar, hiere los ojos. El cielo se vuelve de colores pintados: anaranjado-rosado-oro. Camino, camino, camino. Varios kilómetros y la playa sigue infinita, inmensa. Inmensidad que se siente como algo eterno, como el horizonte q puede verse más nunca alcanzarse.

Disfruto de tocar el agua, aún bastante fría, con las manos. Cuando la espuma llega y se escurre entre las minúsculas piedras y caracoles, borra alguna pequeña huella, avanza y retrocede. Un paso y otro paso. Sonidos: gaviotas volando, la voz inconfundible de alguna ballena. Respirando...

Alguna vez soñé que viviría en un lugar así. Sucede muchas veces con los sueños, una vez que podemos relajarlos, emergen. Como una vuelta más del laberinto de mi vida, hoy soy parte de esta pequeña porción del mundo. Hoy lo disfruto, lo palpo, lo vivo y me lleno de ello. Hoy.

La vida sigue y hoy me siento como el mar: cambio constante.

...con foto mia

1 comentario:

luisa maria cordoba dijo...

Una foto preciosa Paola, solo verla y observarla un momento me transmitido tranquilidad.
Tu entrada me ha transportado a las orillas de una playa,del mar que describe y que disfrutas tanto.
Hermosa comparación con la vida misma.
Un besito guapa.