30 de abril de 2010

De ciudad en ciudad


Feriado (provincial), si, hoy, descanso. Amaneció terriblemente ventoso ("día patagónico" se le llama por aquí) justo cuando sentíamos ganas de caminar por la playa desde una punta de la ciudad a la otra y, si era posible, ver la luna aparecer sobre el mar antes de que oscurezca...

Todo eso habíamos pensado con los chicos, aprovechando el clima templado que tenemos hace un par de días (raro) y la llegada imprevista de mi father que vive en otra provincia (tierras de verde, lagos y embalses). Paseo que deberá esperar, al menos, un día, ya que con este viento, nunca se sabe...

Luego, pensando en esta particular familia mía, uno aquí, el otro allá, y otros más allá... qué movedizos, inquietos, qué desperdigados por el país estamos. No demasiado lejos, aunque nos lleva unos cuantos km. y varias horas encontrarnos.

Por lo demás, estamos acostumbrados, es de toda la vida. Cuando podemos, seguido si es posible, viajamos. También sucede que, cada quién armando su camino, al llegar a cierta edad no dudamos, sobre todo yo, en mudarnos.

Y si bien este verano, después de bastante tiempo, pude verlos a todos, y hace solo un par de meses que volvimos... nuevamente me encuentro pensando en cómo y cuándo viajar. Ultimamente se vuelve necesario, cambiar de paisaje, cambiar de aire.

Muchas veces caigo en la cuenta de que hablo con tanta familiaridad de esas ciudades en las que tengo afectos, en las que he vivido... tienen asociados inmensos recuerdos, muchos de los más felices. Dicen los que dicen, que me brilla la mirada cuándo estoy por viajar, además de que, para mí, el viajar en sí mismo sea uno de los placeres más placenteros (así de redundante).
Algo de mí seguramente se quedó en ellas, además de amigos y familia, y viceversa. Es la sensación de pisar tierra y respirar mi aire, de estar como pez en el agua.

Todavía hay quienes por aquí se asombran de tanta mudanza. No los que más me conocen. Primero fue sin familia, luego con ella, mucho en los últimos 6 años. Pero para mi es normal, simplemente son etapas. La vida te va llevando. No hay que analizar tanto, cuando cada decisión fue conscientemente tomada, repleta de razones, deseos y también muchas ganas. También, porque no, algo de locura, locura de la que me gusta, locura sana.

Y aquí seguimos, relax y esperando que se calme el vendaval.

5 comentarios:

Amélia Ribeiro dijo...

Hola Paola!

Aunque no me sigas, hay un regalo en mi blog que quiero compartir contigo... de esa forma quiero que participes de mi alegría... si lo deseas lo llevas... sería lindo...!!

Un beso.

Alma Inquieta.

Daniel Os dijo...

La rosa le decía al Principito que a los hombres, como no tenemos raíces, nos lleva el viento... Tal vez tenga razón, aunque también decía que no nos gusta no tener raíces. A no olvidar que además de ser un gran referente, ese libro fue escrito por un aviador, alguien tal vez demasiado entregado al viento.

Yo también me he entregado sin temores a los cambios de pagos pero en algún momento se termina sintiendo ganas de que una brisita me sople y me deje de nuevo en casa, aunque por eso de no tener raíces no sé bien dónde es eso.

Felices vientos, navegante.
D.

Adriano dijo...

tengo también un corazón movedizo, y me salgo de la vaina por viajar, al menos tenés una buena excusa para hacerlo!

Poli dijo...

Alma: claro! Gracias x el regalo, me lo llevo. Un beso.

Daniel: La rosa y el principito... qué duo! En mi caso, se dió así, no busqué moverme tanto, pero tampoco hice nada x evitarlo.
También ocurre q hay etapas para todo. Trato hoy de buscar equilibrio, y hechar raices no tiene nada de malo, al contrario.

Adriano: si por mi fuera, recorrería el mundo !!! Por ahora estoy muy lejos de ese sueño... (x ahora, q optimista!!)

Ricardo Miñana dijo...

Gracias por compartir la vivencia,
un placer leerte.
feliz semana.