28 de enero de 2010

Playas agrestes


Ayer fue uno de esos días de postal: pleno sol, mucho calor, nada de viento patagónico (ya lo saben, es molesto). La marea alta y unas olas juguetonas que nos invitaban a la zambullida una y otra vez. Buscamos una playa más alejada para pasar la tarde, no tan concurrida, seguramente menos conocida, a unos pocos km. de lo que sería la ciudad.

Son esas playitas que se encuentran entre una y otra playa, con un acceso no tan vistoso, delimitadas en este caso por grandes extensiones rocosas, que a mi gusto las hacen más interesantes. En vez de arena, roca y más roca, a cambio de médanos, cuevas y la meseta erosionada, con mil formas a la vista, que da marco y resguardo. Muchísima paz. El mar, un poco más bravío, un poco más "océano" (cómo decimos por aquí) al no encontrarse tan delimitado por el golfo.

Además, son esas playas en las que la marea "decide" si hay o no playa, según esté subiendo o bajando. Lo que produce una sensación de aventura, sobre todo para los más chicos, de estar a merced de la naturaleza. Lo mismo que trepar esos cañadones que el agua va tallando en la meseta.

Emprendimos la caminata hacia uno de los extremos, para "explorar" las cuevas, y como la marea va subiendo, previo seguimiento de la tabla de mareas, uno calcula hasta dónde podremos llegar por el tiempo, en estos casos no hay que alejarse demasiado y volver antes de que los pasajes entre las rocas nos corten el paso.


Me causó gracia la cara de una señora, pobre, aterrada, al vernos aparecer detrás de un cañadón que corta la visual más allá y pasando muy tranquilos, los chicos y yo, con el mar ya hasta las rodillas. Luego, sacándola de su susto y explicándole cómo se veía del otro lado y la mínima información que teníamos, no era turista como pensábamos, aunque sí poco conocedora de estos lugares.

Ocurre, y talvez es uno más de los atractivos de la Patagonia, que al ser tanta la extensión de tierra, entre ciudad y ciudad, uno encuentra siempre algún lugarcito recóndito, algún espacio nuevo por conocer, algo que antes no había visto. Algún sitio digno de exploración, siempre con bastante cautela y algún conocimiento mínimo de dónde se puede entrar y dónde no.

Lo lindo es no quedarse siempre con lo conocido y, dentro de las posibilidades, ir un poquito más allá.

La foto, de mi aficionada cámara... se llega a captar algo de esta belleza?

6 comentarios:

Fabi dijo...

Claro que se llega, Paola, ha llegado hasta mi esta hermosura de playa, ha llegado el calorcito que tan necesito y gracias por approvechar un poco de este sitio tan hermoso!
Un abrazo romano para ti

Ricardo Fasseri dijo...

Se capta perfecto! tanto por la foto como por tus palabras. Cómo adoro el mar! como quiero esos lugares aún vírgenes, donde el océano es océano como recalcás. Quisiera vivir siempre cerca del mar, de la naturaleza, de esos lugares maravillosos. Y si algún día tengo Poder, voy a hacer lo posible por limpiar hasta el Rio de la Plata, lo juro!

luisa maria cordoba dijo...

Una foto muy bonita Paola, seguro que pasasteis un día hermoso, calorcito, que suerte.
Me encanta el mar, y tienes razón siempre hay que ir un poquito más allá.
Besitos guapa.

Maisa dijo...

Tu blog es un espacio en el que logro sintonía...

Lindo, sentido, auténtico.

Besos Paola!!!

Te sigo!!!

Poli dijo...

Fabi: "romana", te mando más calorcito, cuando quieras. Esta Patagonia está llena de paisajes impresionantes, en realidad el país entero. Un abrazo!

Ricardo: uy, y viene con juramento la cosa! Muy bien! Si, tal cual, el mar "ES" (hay palabras?). Por aqui: abierto, impresionante. Algo frío, generalmente, pero ya ves, se compensa. Besos.

Luisa: si, lo pasamos tan bien, creo q se notó. Este lugar y otros como este me llenan muchisimo. Beso!

Maisa: Bienvenida! Me gustó todo lo que "sintonizaste", lindísimo y gracias. Un beso y nos seguimos!

Soñadora dijo...

Preciosa la foto y también imaginar la pequeña "aventura" con los chicos!
Besitos,